La sostenibilidad finalmente se está convirtiendo en un importante tema de conversación para individuos, empresas y gobiernos de todo el mundo. Más que nunca la gente está prestando atención a las cantidades de combustibles de fósiles que se utilizan, especialmente en nuestro sistema alimentario.
La dieta basada en plantas tiene buena reputación cuando se trata de sostenibilidad. Supuestamente requiere menos tierra, produce menos emisiones de gases de efecto invernadero y requiere una menor demanda acumulada de energía.[2] Por lo tanto, no es de extrañar que esta dieta se esté volviendo más popular. El número de personas que adoptan la dieta vegana ha aumentado dramáticamente en los últimos años. Asombrosamente, 3.9 millones de personas en el Reino Unido informaron haber seguido una dieta vegana en el 2020.[1]
Pero, ¿es la dieta vegana tan sostenible como pensamos?
La respuesta corta parece ser que sí, y una comparación rápida de la leche de vaca con las alternativas basadas en plantas nos muestra algunas de las razones por las cuales lo es. La producción de leche de vaca libera grandes cantidades de metano, amoníaco y otros sustratos y gases; todos estos excesos contribuyen al calentamiento global.[3] La producción de leche de vaca tiene un potencial de calentamiento global (GWP) de 48-65 %[3]; – en la producción de cada 1 kg de leche de vaca, se libera poco más de 1 kg de CO2 a la atmósfera.[4] La producción de 1 kg de leche de soya, por otro lado, libera poco más de 0.4 kg de CO2.[4]
La producción de leche de vaca requiere grandes cantidades de tierra y agua. Es pintoresco ver a las vacas pastando en los campos en una noche de verano, pero detrás de la escena, grandes áreas naturales y diversas están siendo destruidas y convertidas en monocultivos para producir masivamente alimentos para el ganado.
También hay preocupaciones sobre el uso de la tierra y los recursos. La producción de la leche de vaca requiere grandes cantidades de tierra y agua. Es pintoresco ver a las vacas pastando en los campos en una noche de verano, pero detrás de esto, grandes áreas naturales y diversas están siendo destruidas y convertidas en monocultivos para producir masivamente alimentos para el ganado.
Sin embargo, antes de elogiar demasiado a las leches vegetales, debemos echarle un vistazo más de cerca a su producción. La leche de almendra y soya son las dos opciones de leche vegetales más populares en el mercado hoy en día, por lo que estas son las que expondremos. Se gastan anualmente $1.43 mil millones o más en estas leches alternativas.[5] La venta de la leche de soya ha disminuido un 8.9 %[5]—posiblemente debido a historias confusas en los medios de comunicación sobre los sobre los efectos de los productos de soya en la salud; mientras que la venta de la leche de almendra ha aumentado en un 10.3 %.
Además hay preocupaciones sobre la soya y la deforestación de la selva amazónica: Brasil es responsable del 31 % de la producción de soya, y aproximadamente 1 millón de hectáreas de selva tropical han sido demolidas para la producción de soya.[6] Si miramos más de cerca, la gran cantidad de la soya producida en todo el mundo se está utilizando para la alimentación del ganado, no para el consumo humano y sólo una fracción de la soya para consumo humano se consume en forma de leche de soya. Entonces, a pesar de que la producción de soya está amenazando los hábitats naturales y poniendo muchas especies en riesgo de extinción, sería deshonesto culpar a la leche de soya en particular.
demás, la producción de soya libera significativamente menos gases de efecto invernadero 4 y requiere menos agua dulce[7] que la producción de leche de vaca. Así que la leche de soya claramente es una opción más sostenible que los lácteos.
La leche de almendra se encuentra en el extremo opuesto de la escala de impacto de sostenibilidad en comparación con la producción de leche de soya.[8] Las almendras requieren MUCHA agua para producirse: ¡1.1 galones por solo una almendra![9] Esto tiene un gran impacto en el paisaje natural, especialmente porque la mayoría de las almendras se producen en California, un área ya propensa a la sequía. Al ser producidas en California también aumenta su huella de carbono: ya que tienen que viajar largas distancias para llegar a los consumidores de todo el mundo. A pesar de estos factores, la producción de la leche de almendra todavía tiene un menor potencial de calentamiento global y uso de agua dulce que la producción de leche de vaca.
[10].
Está claro que las alternativas a base de plantas son más sostenibles que la leche de vaca, pero hay diferentes grados de sostenibilidad entre estas alternativas. Aquí solo hemos cubierto las opciones más populares, ¡pero asegúrate de echar un vistazo a la leche de avena, la leche de guisantes, la leche de cáñamo y muchas otras mezclas maravillosas! Cuando hayas elegido tu favorita, trata de asegurarte de que se obtenga de manera sostenible y evita las marcas que dependen de tierras deforestadas para la producción o que transportan sus productos por todo el mundo. ¡Incluso puedes hacer tu propia leche!
Copyright 2024 Centro de Estudios en Nutrición. Todos los derechos reservados.